EL ENPON DE MI BISABUELO

      

    Confieso que me gusta el shunga japonés, quizá porque descubrí de niña que mi bisabuelo guardaba un enpon  (libro de impresiones shunga ) de finales del  siglo XIX entre sus más preciados tesoros. Lo descubrí un día explorando su desván, pero no dije nada. No podía confesar mi mala acción. 

    Mi bisabuelo lo tenía bien escondido en un baúl antiguo que olía a plantas silvestres y madera.  Intenté abrir el bául varias veces con un adorno del pelo, pero no pude. Un día le observé cuando subía y vi  después donde guardaba la llave. Mi curiosidad fue más fuerte que mi obediencia y robé la llave para saciarla...

    El enpon fue lo más interesante de ese baúl. Estaba cuidadosamente envuelto dentro de las telas de  un traje de samurai de sus antepasados... Debió darse cuenta de que yo había hurgado en sus cosas porque cambió la llave de sitio y nunca más pude acceder a él, pero calló. En Japón tenemos costumbre de callar  cuando los temas son delicados.

      Lo cierto es que aquellos dibujos de sexo explícito  impresionaron mi mente infantil y despertaron mi curiosidad por el cuerpo de hombres y mujeres. No me atreví a preguntar a mis padres: se hubieran escandalizado y hubiera tenido que dar explicaciones.

     Cuando murió mi bisabuelo me dejó una carta en la que me lo regalaba; un motivo más para pensar que supo de mi mala acción aquel día estival. Mi madre no sabía a qué se estaba refiriendo, pero yo pedí subir al desván  y lo rescaté. La carta decía también dónde estaba la llave. Lo cedo en las exposiciones que se hacen sobre este género e intento no perderme ninguna, aunque mucho de lo expuesto ya lo conozco. Al parecer, se atribuyen los grabados a  Katsushika Hokusai... 

    Me hubiera gustado tener la colección privada de Picasso o de Toulouse-Lautrec, pero me conformo con mi pequeño tesoro heredado...