Hay varios tipos de sellos, divididos en tres grandes categorías: el sello registrado (jitsuin), el sello bancario (ginkōin) y el sello sencillo (mitomein). La marca que dejan los sellos al estamparse se llama inkan y no vale cualquier tampón para utilizarlos; requieren un tampón especial.
El más importante de los tres es el sello registrado. Este sello es necesario en la compra de un solar, una casa o un coche, el cambio de titularidad, la firma de un contrato de arrendamiento o la elaboración de un testamento, o cualquier otro trámite donde se requieran documentos legales. Este es el sello que está registrado en la ciudad donde se reside. Las personas mayores de 15 años pueden registrar su sello personal, así como los extranjeros residentes en Japón. Al registrar nuestro sello recibimos una “tarjeta inkan” con la que podemos obtener un certificado del sello registrado para acreditar nuestra identidad. Esto sirve para protegernos ante la falsificación de documentos.
Los más sencillos se usan para manifestar por escrito que estamos conformes con algo o para firmar cuando nos llega a casa un paquete.
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Japón adoptó oficialmente los hanko el 1 de octubre de 1873, cuando el Gobierno estableció por ley estampar el inkan como medio de identificación personal. Hoy cada vez se adopta más la firma cuando se cierra algún tipo de contrato, aunque siguen siendo numerosos los casos en los que se pide también que se estampe el sello.
Los hay de varios tamaños y formas; los más comunes son circulares o cuadrados y están hechos de maderas nobles, como el ébano o el sándalo rojo o materiales poco comunes, como el cuerno de búfalo.
Se dice que los primeros sellos aparecieron en el año 5000 a.C. en Mesopotamia. El sello más antiguo del que se tiene constancia en Japón es el de Kannowanonanokokuō, un sello de oro procedente de China, hoy designado como tesoro nacional, que fue probablemente enviado a Japón durante el reinado del Emperador Liu Xiu de la dinastía Han (25-220) en el año 57.
Los hay de diseño, lacados o con papel washi.
En las papelerías japonesas venden sellos con los principales apellidos japoneses, pero la mayor parte de la gente prefiere hacerse su propio hanko personalizado.
Está de moda regalar hanko a los niños ( los hay muy bonitos con personajes de los dibujos animados y funda a juego) y a las mujeres que se van a casar, porque en Japón se cambia de apellido al hacerlo.
Se pueden crear sellos con nombres no japoneses, haciendo la transcripción fonética al Kanji o usando el silabario katakana y es fácil encargarlos.
En las tiendas Tōkyū
Hand y en las Don Quijote los hacen en algo más de media hora.
También se pueden usar las máquinas expendedoras ( Self Hanko Box) que hay en muchos lugares públicos cerca de los transportes.
Muy interesante. Aquí se usaban mucho en las empresas, ya no tanto. Yo me hice hacer dos uno con un dibujo hecho por mi para usarlo como ex-libris y otro pequeño con una letra de inicial de apellido para poner en mis discos de vinilo.
ResponderEliminarBesos
No sabía que se usaran en España.
EliminarQué curiosos tus sellos personales; me hubiera gustado verlos.
Saludos cordiales.
Los conozco de verlos en tiendas, pero creía que era una moda, más que se usara tanto.
ResponderEliminarBesos
Sí se usan, sí. Gracias, Tracy,
EliminarSaludos cordiales.
Curiosa costumbre, como tuvieron aquí los nobles en tiempos históricos ;)
ResponderEliminarBesos.
Esos sellos son parecidos, sí. Pero sin tinta.
EliminarSaludos cordiales.
No los conocía. Me quedé en los tiempos del sello de lacre, aunque agradezco tener conocimiento de esos Hankos.
ResponderEliminarBesos.
Son un bonito regalo. Y muy original fuera de Japón.
EliminarSaludos cordiales.
Interesante. Compraré uno por Amazon.
ResponderEliminarBesotes.
No sé si los venderán. Supongo que sí, porque venden de todo.
EliminarSaludos cordiales.
Quiero uno... Como ese tuyo de ébano.
ResponderEliminarMil besos, Li.
Te lo pido aquí y te lo envío, si quieres, amiga.
EliminarUn abrazo, Lu.